23 septiembre 2025

Con solo 22 años, Kimberly Bourdeau ya ha hecho historia: es la primera estudiante haitiana seleccionada para participar en la Beca de la Fundación Botín para el Fortalecimiento de la Función Pública en América Latina, un programa de formación internacional que impulsa el liderazgo y el compromiso con lo público entre jóvenes universitarios del continente. Su camino, sin embargo, ha estado marcado por desafíos profundos: migrar, adaptarse, vencer estigmas y transformar esa experiencia en motor de acción social.
Llegó a Chile en diciembre de 2019 por un proceso de reunificación familiar. El idioma, un sistema educativo desconocido y la pandemia no hicieron más fácil su aterrizaje. Sin embargo, en 2022 ingresó a Psicología en la UC, a través del programa PACE, y desde entonces no ha dejado de abrir camino, no solo para ella, sino para quienes vienen detrás.
“Yo siempre he querido estar en contacto humano a humano”, dice al explicar por qué eligió Psicología. Aunque su primera opción fue Medicina —un anhelo familiar—, pronto entendió que su verdadera vocación era escuchar, acompañar y contribuir al bienestar emocional de las personas, especialmente de su comunidad.
Kimberly sabe lo que significa sentirse sola en un país nuevo. Esa experiencia fue lo que la impulsó a crear y liderar, junto a otros estudiantes, la Red de Alumnos Extranjeros (RAE) de la UC. “No quiero que otros estudiantes pasen por lo que yo pasé”, dice. Esta red se ha transformado en un espacio de encuentro, acompañamiento y pertenencia para quienes, como ella, estudian en Chile pero tienen sus raíces en otras latitudes.
Desde su rol como tutora intercultural, primero en su escuela y luego en la Dirección de Inclusión, Kimberly ha brindado orientación, contención y ayuda práctica a decenas de estudiantes extranjeros que enfrentan obstáculos similares a los que ella sorteó al llegar: desde trámites migratorios complejos hasta barreras idiomáticas y culturales. “Saber a qué puerta tocar te baja un poco la presión de toda la situación”, resume.
Para Kimberly, estudiar Psicología tiene una dimensión transformadora: “Vengo de una cultura donde la salud mental es un tabú. Me dijeron: ‘¿por qué vas a estudiar para ver a los locos?’”, recuerda. Desde ese lugar, su apuesta por la salud mental como una ciencia que se vuelve un acto de resistencia y reparación. Su sueño es crear un espacio donde ofrecer atención especializada a migrantes y, en particular, a la comunidad haitiana en Chile.
Ese mismo compromiso fue clave al momento de postular a la Beca Botín, una oportunidad que conoció en un taller de fondos concursables de la DAE. “No lo pensé mucho, simplemente postulé. Mis amigos me animaron y dije: ¿por qué no?”, cuenta.
Pese a las dudas iniciales, su historia, liderazgo y alegría destacaron entre más de 17 mil postulantes de toda América Latina. “En la entrevista me preguntaron por qué me reía tanto. Les dije que una sonrisa puede cambiarle el día a alguien. Así soy yo”, relata.
La noticia de haber sido seleccionada fue motivo de orgullo para su entorno, pero también vino con nuevos desafíos: “Fue difícil explicarle a mi familia que esto significaba retrasarme un año en la carrera. Me gané esta beca, pero ¿a qué costo?”, reflexiona.
Pese a las dificultades que enfrentó para compatibilizar los requerimientos del programa con su carga académica, Kimberly no pierde de vista lo esencial: “Lo que quiero ahora es que otros haitianos también puedan postular. No quiero que sea solo yo. Quiero devolver todo lo que aprenderé allá a mi comunidad, a Chile y a la UC”.
La experiencia de la Beca Botín, que reúne a jóvenes de más de 17 países, será también una oportunidad para formarse en políticas públicas e investigación. “Yo ya soy líder, pero quiero crear un legado. Formar a otros jóvenes para que lo que construimos no se acabe cuando me gradúe”, afirma.
Hoy, Kimberly Bourdeau se prepara para lo que será una experiencia transformadora, no solo para su formación académica, sino también para su compromiso con lo público. “Estoy ansiosa, sí, pero feliz. Quiero juzgar por mí misma si vale la pena, y demostrar que sí vale. No solo para mí, sino para todos los que vendrán después”, concluye.